En el primer nivel de conciencia, muchas personas se sienten como víctimas de las circunstancias. Creen que todo lo que les sucede está fuera de su control y se sienten impotentes para cambiarlo. En lugar de tomar responsabilidad por sus acciones y decisiones, culpan a otros o a factores externos por sus problemas.
En el segundo nivel de conciencia, solo una pequeña parte de la humanidad ha alcanzado la autoresponsabilidad. Estas personas comprenden que son responsables de su propia vida y de cómo reaccionan ante las circunstancias. Asumen la responsabilidad de sus acciones, decisiones y resultados, y se esfuerzan por hacer cambios positivos en su vida.
Sin embargo, en el tercer nivel de conciencia, se trata de dejar de resistir y fluir con la vida. En este nivel, entiendes que no puedes controlar todo lo que sucede a tu alrededor, pero confías en el flujo natural de la vida. Te entregas al devenir y aceptas las cosas tal como son, sin resistencia ni lucha. En lugar de enfocarte en cambiar las circunstancias externas, centras tu atención en tu propio crecimiento personal y en cómo puedes encontrar paz y felicidad dentro de ti mismo.
Este nivel de conciencia requiere humildad y aceptación. Te das cuenta de que hay cosas que están más allá de tu control y que la resistencia solo causa sufrimiento. En lugar de luchar contra el flujo de la vida, te entregas y confías en que todo sucede por una razón y que el universo está conspirando a tu favor.
Los niveles de conciencia van desde la victimización en el primer nivel, pasando por la autoresponsabilidad en el segundo, hasta llegar a fluir con la vida en el tercer nivel. Cada nivel representa una forma diferente de relacionarse con las circunstancias y con uno mismo. Alcanzar el tercer nivel de conciencia requiere una mentalidad abierta, humildad y confianza en el flujo de la vida.